Aunque hoy para la gran mayoría de las personas, sean propietarias, entusiastas de los vehículos, o no, los carros eléctricos son la gran novedad de la industria automotriz y su aparición en calles y carreteras parece relativamente reciente, y una señal clara de que el futuro es ahora; la verdad es que el carro eléctrico es tan joven como tener cerca de dos siglos de existencia.
En esta columna de Autotest, un breve recuento de esa historia, no tan conocida, pero que da un contexto sobre como la industria automotriz actual retoma una iniciativa que ya hace casi dos siglos era evaluada como una posibilidad de movilidad, pero, quizá, aún no era su momento. Hoy, con la urgencia por avanzar en estrategias que ayuden a preservar el medio ambiente, la movilidad eléctrica resurge con mayor fuerza, evolución tecnológica y esperanza de mediano y largo plazo de brindar soluciones para continuar existiendo como especie en el planeta.
El tatarabuelo de la movilidad eléctrica
Así es, ya desde la segunda década del siglo XIX (siglo 19, por si acaso), en 1828, un ingeniero, físico y también sacerdote húngaro, Anyos Jedlik, desarrolló un primer prototipo de un motor eléctrico para impulsar un vehículo. El Padre Jedlik utilizó este prototipo de motor eléctrico para darle movimiento a un modelo de locomotora.
A partir de este desarrollo el escocés Robert Anderson, en la década de 1830 (porque no hay claridad sobre el año concreto) quien combinaba sus conocimientos de química con la actividad como comerciante presentó un modelo, evolución del tradicional carruaje tirado por caballos, pero que en lugar de estos nobles animales, era impulsado por celdas eléctricas para moverlo por las calles de Londres. Y poco menos de una década después, en Estados Unidos, avanzó en otro prototipo de vehículo que impulsado por energía eléctrica estaba dedicado a dar vueltas en un circuito.
En sus comienzos los modelos impulsados por energía eléctrica enfrentaban el problema de su autonomía, ya que se fabricaban con baterías no recargables. Pero en la segunda mitad del Siglo XIX el trabajo del científico Gastón Planté, con el invento de la batería recargable de plomo y ácido; y perfeccionado años después por el ingeniero químico Camille Fauré, que facilitó la fabricación industrial de este elemento, le dio un fuerte impulso a los vehículos eléctricos al superar el obstáculo de su autonomía.
Ford lo impulsó, y lo frenó
El primer modelo eléctrico con cuatro llantas y más evolucionado como un automóvil fue desarrollado y presentado por Andreas Flocken en 1888, solo tres años después de que Karl Benz recibiera la patente de su Motorwagen, considerado el primer vehículo a combustión interna.
En sus etapas iniciales los carros eléctricos lograron importantes evoluciones. Incluso rompiendo récords en velocidad, como el alcanzado por Camille Jenatzy en 1899 a bordo de un vehículo eléctrico conocido como La Jamais Contente, y que avanzó por encima de los 100 kilómetros por hora.
Un dato interesante. Cuando nacía el Siglo XX ya en el mundo existían cerca de 20 fabricantes de carros eléctricos. Y las ventas de este tipo de vehículos dominaban en Estados Unidos, por encima de los autos a combustión
La evolución de estos modelos interesó al mismísimo Henry Ford, quien desarrolló una batería recargable de níquel y hierro que ayudó a aumentar la autonomía de estos modelos. Sin embargo, paradojas del desarrollo de las industrias, también fue Ford quien en los primeros años del siglo XX le dio un fuerte golpe a la industria de los eléctricos con su innovación para la fabricación de carros de combustión en serie a partir de la producción en línea, que redujo de manera considerable los costos para la producción de este tipo de vehículos y, por lo tanto, eran mucho mas asequibles a todo tipo de público, a diferencia de los vehículos eléctricos de alto costo en su fabricación y solo considerados como una opción para personas con un nivel de ingreso alto para costear su compra. Poco a poco los carros eléctricos fueron quedando relegados.
Hoy, con más de 20 millones de autos eléctricos rodando en el mundo, y planes de los gobiernos de avanzar de manera acelerada hacia la descarbonización en el transporte, y las empresas automotrices desarrollando sus planes y productos (aunque a un menor ritmo por la evolución actual de las ventas, que no cumplen con las expectativas iniciales aún) los carros eléctricos vuelven a ocupar el interés de gobiernos, fabricantes y consumidores que apelan a lo aprendido en el pasado para dar un paso trascendental y garantizar un futuro sostenible para la humanidad.