ORGULLO NUESTRO: «UNO», Pelicula Nacional, de talla Internacional.

Hoy se estrena en las salas de cine la produccion nacional «UNO, entre el Oro y la Muerte». Para nosotros es un orgullo ver que el trabajo realizado por nuestros jovenes sea de talla internacional. Con un elenco de reconocidos actores, @juliocine cuenta magistralmente una historia que no se pueden perder.

Felicitaciones Julio Cesar y a todo su equipo de actores y tecnicos: SON UN ORGULLO PARA COLOMBIA y un gran ejemplo de dedicacion para nuestros jovenes.

RICARDO VASQUEZ O.

Colmotores se va, pero sus modelos quedan en la historia automotriz de Colombia.

Tan solo hace unos días se conoció el anunció de General Motors de terminar su período como ensamblador de vehículos en Colombia, para reorientar su estrategia de manera exclusiva a la comercialización de sus modelos, importándolos desde diferentes orígenes: México, Brasil y Estados Unidos, como los principales.

Este cierre de la operación industrial da fin también a una empresa histórica en el sector automotor colombiano, la Fábrica Colombiana de Automotores, Colmotores.

Una idea que nació en un grupo de empresarios, encabezados por Germán Montoya, que querían aprovechar la iniciativa del gobierno para entregar exenciones tributarias a empresas que se orientaran a la industrialización de vehículos en el país.

Y en 1962 esta empresa abrió sus puertas y salieron de su línea de montaje los primeros vehículos ensamblados.

Autotest quiere rendir en este espacio un homenaje a esos industriales que crearon una empresa insignia de la historia motor de Colombia, y que por 68 años permitió que muchas personas, familias y empresas accedieran a modelos para su uso y disfrute. Estos son algunos de esos modelos emblemáticos que marcaron la historia de Colmotores y la de una Colombia sobre ruedas.

Un príncipe inglés rodó en uno de los primeros carrros ensamblados.

Colmotores inició su historia ensamblando modelos de la firma inglesa Austin. El Austin Gypsy o Gipsy, fue uno de los primeros modelos ensamblados por la en ese entonces naciente Colmotores y su planta de ensamble ubicada en el sur de Bogotá. Colombia fue, junto con Inglaterra y Nueva Zelanda, los únicos países en los que este modelo fue fabricado o ensamblado.

En Colombia el Austin Gipsy fue conocido como “El Montañero”, y entre sus ocupantes de honor tuvo al Duque de Edimburgo, el Príncipe Felipe, esposo de la Reina Isabel II, quien estuvo en Colombia para la inauguración de la planta.

Los salidos de la ensambladora colombiana tuvieron motor 2.1 litros, con una potencia de 62 caballos y tracción en sus cuatro ruedas

Con Austin la relación fue relativamente corta y su reemplazo fue la automotriz Chrysler, una de las tres grandes de Detroit.

Llega la era Chrysler.

Dodge Coronet. (imagen de www.elcarrocolombiano.com)

Con ella uno de sus modelos más populares fue el Dodge Coronet, se ensambló en la planta de Colmotores entre 1965 y 1967. Este vehículo correspondió a la tercera generación del modelo producido por Chrysler y que había visto la luz en el mercado mundial del automóvil en 1949. 3.6 litros, 145 caballos y 219 Newton Metro de torque, con una caja de tres cambios y reversa eran sus características principales

Otro de los carros importantes, y que marcó un hito en la historia automotriz moderna en Colombia fue el Simca 1000.

Este modelo llegaría para hacer parte de la historia de Colmotores, pero ya bajo la propiedad de la firma norteamericana Chrysler, que a mediados de 1969 presentó al mercado colombiano este pequeño y popular modelo europeo, y con la intención de llevar la solución automotriz a muchas más familias. El Simca 1000 contaba con un motor de 994 centímetros cúbicos que entregaba casi 50 caballos de potencia y tenía la capacidad de llevar sin problemas a una familia de 5 integrantes. Ese era el público al que le apuntaba la marca con este modelo ensamblado en el país.

De la época en la que Chrysler era la dueña de Colmotores también quedan en la memoria de muchos propietarios de vehículos en Colombia, modelos como el Dodge 100, el Polara o el Alpine.

Pero la historia de Colmotores da otro importante paso, cuando, a raíz de una profunda crisis financiera a finales de los años 70 del siglo pasado, Chrysler entra en una profunda reestructuración en la que decide salir de todas sus operaciones industriales fuera de Estados Unidos y en ese momento General Motors decide comprar a Colmotores para ensamblar sus vehículos en Colombia bajo la marca Chevrolet.

Y asume el control GM

Y arranca con un verdadero símbolo de los vehículos doble propósito, la pick up Chevrolet Luv, que realmente era un modelo de Isuzu, que en alianza con GM se comenzó a ensamblar en Colombia bajo el emblema Chevrolet.

Además del Chevrolet Luv, de la planta de Colmotores también salió a las calles de Colombia el modelo Chevrolet Chevette- que en realidad era de origen Opel-, de gran popularidad y que incluso en las votaciones que en su momento realizará un importante periódico nacional fue elegido años después como Carro del Siglo en Colombia.

También y producto de sus alianzas con Suzuki y Opel, más la consolidación con Isuzu carros como el Chevrolet Sprint, el campero Trooper, el pequeño y ágil Alto, el Swift, así como los modelos Corsa.

General Motors siempre ha desarrollado una importante estrategia de alianzas o adquisiciones, y esas también se reflejaron en Colombia. Es así como en el nuevo milenio su compra de Daewoo implicó que a Colmotores llegaran modelos como el popular Spark, que años después evolucionaría como Spark GT y el sedan Aveo, que se convirtió en por varios años en el carro de mayore ventas en el país.

En los años más recientes y en virtud de una importante inversión en la planta de estampación orientó su operación industrial al ensamble de modelos como el Sail y Cobalt y también a continuar montado los vehículos comerciales fruto de la alianza con Isuzu.

 Pero con una capacidad instalada que apenas utilizaba (9%) no era posible continuar con el proceso de ensamble y desde el pasado 26 de abril la Fábrica Colombiana de Motores (Colmotores) apagó sus máquinas y robots y dio por finalizada una época importante que deja un legado de modelos y de conocimiento adquirido que ojalá no se pierda para el bien de la industria en Colombia.

Darío Puyo y Renocar, una evolución constante en el mercado de autos usados.

Dario Puyo

Renocar es un nombre altamente reconocido en Medellín como uno de los pioneros en la comercialización de autos usados. De hecho su fundador, Darío Puyo, señala, con base en los registros de Cámara de Comercio de Medellín, se trata de la empresa y marca independiente de comercialización de vehículos más antigua formalmente registrada ante la entidad, de eso hace ya 44 años.

Casi 9 lustros de trabajo continuo que le han permitido a Dario Puyo no solo formar empresa, especialmente poder vivir de lo que ha sido su pasión de toda la vida. Desde el colegio y en la adolescencia los motores y las cuatro ruedas han sido un impulso de entusiasmo para Dario. Recuerda como a sus quince años, con otros compañeros y amigos de colegio participaban durante los fines de semana en las competencias de autos que se organizaban en aquellos días, y no solo las que se corrían en Medellín. También a las que se montaban en otras regiones, especialmente el Eje Cafetero. Cali, Armenia, Cartago, Pereira; los vieron correr muchas veces. Una vena deportiva que también explotó durante más de 11 años con los karts, a través de su hijo, Ricardo.

Darío, siempre supo que lo suyo era construir su proyecto de vida a partir de su pasión y por eso en 1978 inició su empresa Renocar. Un local, ubicado sobre la popular Avenida Sandiego en Medellín fue el hogar de la marca por 29 años, empezó cuando en la zona no había sino dos empresas dedicadas al tema automotriz.

Para la compra y venta de vehículos en aquellos días, cuenta, Renocar se apoyaba mucho en el trabajo de los llamados comisionistas, personas que se encargaban de conectar la oferta y la demanda de autos usados y a cambio se llevaban un porcentaje del negocio final (comisión). Estos comisionistas se concentraban en una zona muy popular de la ciudad en esos años: la Avenida La Playa. De forma más concreta en el Pasaje La Bastilla, y en dos lugares específicos, los bares Ganadero y Cafetero. Ese era el “fogoncito” de los negocios de los carros usados en la Medellín de finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo XX.

Y también por aquellos tiempos, la oferta se concentraba en muy pocas marcas, y dos se llevaban el pedazo mayor de la torta: Renault y Chevrolet.

Pero el mercado no se queda quieto, y los años vieron crecer no solo la ciudad, también su oferta automotriz. Renocar se mudó de un local y una calle en la que la competencia era escaza, a un nuevo concepto comercial en el que más y más comercios especializados en vehículos usados aparecieron en la escena, y hoy es una de las empresas fundadoras del conocido hasta hace poco como Centro Comercial Automotriz (Movicentro). Esa evolución, que también se evidencia en la ampliación de las opciones de compra a más de 70 marcas en el mercado, obliga, dice Darío Puyo, a una permanente actualización y conocimiento de las alternativas del mercado para ofrecer la mejor información a los potenciales compradores. Aunque algunas veces estos lo sorprendan con un conocimiento muy profundo del carro que quieren comprar, gracias a las información que hoy se puede obtener en redes sociales y la web.

Incursión con los nuevos

Pero no solo los vehículos usados han sido el soporte de Renocar. También durante un tiempo a mediados de la primera década de los años 2000, Darío Puyo y su empresa incursionaron en la representación de vehículos nuevos. Fue así como montó la representación de la marca Lada en Medellín. Una marca que si bien no tenía el prestigio ni difusión de sus competidores, destaca Darío Puyo, tenía una tradición de soportar el trabajo duro.

Infortunadamente una decisión de cierre de la planta de producción en Ecuador cortó el suministro oportuno de vehículos y el proyecto con Lada tuvo que terminar. Pero a Darío Puyo le queda la satisfacción de haber tenido la oportunidad de vender el que considera un buen producto, propio para las exigencias de los terrenos y la geografía local.

Una de las claves del éxito y la permanencia de Renocar en el mercado local de autos usados, es la adaptación a los cambios y la evolución de la industria. Cuando los cada vez mayores desarrollos tecnológicos en los autos llegaron, ya no era posible garantizar la fiabilidad de un carro solo con las pruebas de ruta en las “pistas” urbanas que usaban Darío Puyo y sus colegas en los 70 y 80: los ascensos de Las Mellizas, la Clínica del Rosario en el sector de Bostón, o la subida de Robledo. 

Ya los nuevos vehículos exigían un análisis más minucioso y especializado y el peritaje comenzó a ser un factor de garantía. Y en eso también Renocar fue un pionero. “Desde entonces no recibo un carro que no esté amparado por un peritaje”, expresa el empresario.

Y hoy, cuando las redes sociales se han convertido en una vitrina en la mano de cada potencial comprador, Renocar hace presencia en estas plataformas a través de sus cuentas en Instagram (@renocardariopuyo) y en Facebook (@renocarautomoviles).

Adaptándose a los cambios, desarrollando su actividad basado en la premisa de la confianza, la responsabilidad, la transparencia y la buena procedencia de sus vehículos; Renocar y Darío Puyo esperan seguir ofreciendo una alternativa sólida y segura en un mercado que cada día evoluciona.

Vicente Hurtado, un empresario que vive para los retos.

Desafíos, esa es una palabra que caracteriza la labor que por poco más de 50 años ha desarrollado Vicente Hurtado, y el mayor número de ellos en el sector automotor.

Y es que no en vano su vena por los autos y las máquinas en general comenzó en su adolescencia. Ya a los treces años tenía la habilidad para manejar equipo industrial, una retroexcavadora, y así comenzó su contacto con los equipos de la llamada línea amarilla usados en la construcción de obras civiles. En estas tareas desarrolló una carrera importante hasta el manejo de los talleres.

Luego de algunos años en el mundo de la construcción de infraestructura, Vicente da un paso importante al vincularse con Mora Hermanos, una emblemática compañía paisa de aquellos años y que tenía a su cargo la distribución de marcas como Internacional, Zastava y Fiat; hizo un recorrido desde ayudante de bodega hasta la gerencia de servicio con muy buenos resultados y un gran aprendizaje. Tanto así que sus habilidades para generar cambios y desarrollar crecimiento en las organizaciones no fueron ajenos a empresas competidoras y fue como de otra compañía en su momento, Gomeco, lo llamaron para asumir el manejo de los talleres, sumidos en una crisis que estaba a punto de hacerles perder la concesión que tenían de la marca Fiat. Su trabajo fue exitoso y el taller pasó de una crisis a convertirse en uno de los más reconocidos en Medellín.

Parece que la misión de Vicente Hurtado en aquel tiempo era asistir y recuperar a organizaciones en dificultades, porque tres años después de haber asumido el reto en Gomeco y sacar adelante el taller, otra importante empresa automotriz, Cada, lo llamó y prácticamente le pidió que los sacará del atolladero en el que se encontraban en su área de posventa y que solo él podía destrabar. Una organización que vivía momentos difíciles en lo comercial, técnico, financiero y laboral. Vicente aceptó pero eso sí con unas condiciones de autonomía que eran indispensables para tomar las decisiones necesarias con el objetivo de reflotar la operación. Tras un trabajo intenso y una estrategia que lo llevó a ganarse la confianza del personal y lograr que todos asumieran el reto de trabajar en busca de un objetivo común la operación salió adelante y fue reconocida por Colmotores como uno de sus concesionarios estrella en el momento. La historia se repitió con Autodiésel y de nuevo Vicente aplicó su estrategia de eficiencia e involucrar más al personal en el desarrollo de la empresa con el fin de unir criterios y trabajar al unísono para desarrollar los objetivos de crecimiento.

Llega la independencia

Pero llegó la hora de la independencia y lo hizo a través de la adquisición de un almacén de repuestos, el primer almacén de repuestos de segunda que operó en Medellín, además con un nombre que identificaba muy bien su labor, Los Restos. Allí no solo se comercializaban estos repuestos de segunda vida también se adquirían carros en siniestros para repararlos y venderlos. Una experiencia que fortaleció sus habilidades administrativas, pero que tuvo que dejar cuando las circunstancias y el entorno de este tipo de negocios cambiaron y se deterioraron.

Tras la experiencia con Los Restos en el camino de esta vida independiente surgió la propuesta de vender vehículos de la marca rusa Lada gracias a un distribuidor de la misma en Montería. Fue así como montó en Medellín un satélite de esta empresa para comercializar los vehículos en la capital antioqueña. Y a esta operación comercial también le añadió la venta de vehículos usados. Su empresa se llamó Humu

Y cuando estaba gerenciando esta empresa desde Bogotá surgió un nuevo llamado para que se pusiera al frente de una empresa orientada al alquiler de maquinaria pesada Sus dueños, a quienes en el pasado había acompañado en la compra de esa misma maquinaria, lo querían a él al frente del proyecto y aunque no fue fácil asumió otro nuevo desafío en su trayectoria empresarial y administrativa. Posicionó la compañía como una opción de alquiler en diversos proyectos de infraestructura en el país.

Pero en 2001 y con Equipos de la Sabana- nombre de la empresa de renta de maquinaria- ya totalmente posicionada en el mercado Vicente volvió a Medellín y abrió su nuevo negocio de compra y venta de vehículos usados, Vicente Hurtado Automóviles, en lo que era un naciente espacio comercial sobre la Avenida El Poblado, y hoy es uno de los empresarios más reconocidos en este campo En este período hizo una pequeña escala y trabajo con el también destacado comercializador de vehículos Alfonso Villegas por tres años pero luego Vicente Hurtado retomó su empresa la que hasta hoy orienta.

Transparencia, agilidad, un compromiso total por solucionar las necesidades de transporte de sus clientes, son las claves que a juicio de Vicente Hurtado le han permitido destacarse en un entorno que es cada vez más competido y al que llegan nuevas opciones y formas de comercialización de vehículos, hoy muy impulsadas por la mediación de las redes sociales.

Ángel Villarreal Autos, una empresa joven y en crecimiento.

Ya son más de diez años en el negocio de la asesoría profesional para la compra y venta de automóviles y Ángel Villarreal no para de pensar y proyectar los futuros planes de crecimientos de su empresa.

Administrador de Negocios Internacionales y un apasionado de siempre por los autos, que desde pequeño se fascinaba con los diseños de los distintos modelos que veía en la calle y en la medida que fue creciendo su pasión aumentaba y la alimentaba con cuanta revista y programa sobre carros podía leer y ver. En su vocabulario las palabras potencia, torque, cilindros, eran comunes y frecuentes.

Su llegada al mundo de la comercialización de autos fue hace 13 años cuando ingresó a la firma Ayurá Motor, uno de los reconocidos concesionarios de Chevrolet en Medellín, allí,  dado que aún no tenía la suficiente experiencia en el área comercial, se desempeñó como asistente de negocios,  un área que a la postre sería un gran aliado en su futuro independiente ya que estaba a cargo de los temas de seguros y de créditos, dos variables fundamentales en el momento de desarrollar muchos de los negocios de compra de vehículos.

Tras dos años con esta organización Ángel aceptó un nuevo reto, esta vez con el Grupo Casa Británica, y se convirtió en asesor comercial con responsabilidad en una de las vitrinas que posee esta organización. Esta labor le permitió afianzar y profundizar sus conocimientos técnicos ya que al ser una vitrina multimarcas debía tener muy claros los diferentes tipos de vehículos, las diferentes marcas, sus características técnicas y mecánicas, con el objetivo de ofrecer la mejor asesoría posible a los clientes.

El paso a lo propio

Pero hace ya casi ocho años atrás Ángel Villarreal consideró que era el momento de iniciar su propia empresa de compra y venta de vehículos y así nació Ángel Villarreal Autos. Apoyado en todo el conocimiento adquirido en su experiencia en las dos importantes empresas en las que se desempeñó y en los buenos resultados que le generaron la confianza de un número importante de clientes que se convirtieron en su base para iniciar su experiencia empresarial e inició así su emprendimiento en este negocio.

Hoy, Ángel Villareal Autos cuenta con una cartera de carros que mensualmente oscila en unas 50 unidades en todas las gamas y marcas. Una asesoría integral, vehículos garantizados en su procedencia y sometidos todos a un juicioso proceso de inspección técnica y mecánica, transparencia y respaldo son los pilares que han llevado a la empresa a crecer y consolidarse como una de las nuevas alternativas en la comercialización de vehículos de ocasión en Medellín.

Ad portas de cumplir sus 8 años de actividad ya piensa en su expansión. Es así como en los próximos meses abrirá una nueva sede para el sur del Valle de Aburrá con el fin de atender a los clientes actuales y potenciales de esta zona que se ha consolidado como una de las más fuertes en la compra y venta de vehículos en Antioquia. También espera en un futuro no muy lejano integrar a su oferta servicios mecánicos y de reparación y un servicio de renta de vehículos con el fin de tener una integración de la cadena del sector

Y claro, empresa que hoy no esté presente en las redes sociales se podría decir que no existe, o por lo menos tiene una desventaja con sus competidores. Por eso Ángel Villarreal Autos tiene un espacio también en la virtualidad. En Instagram lo pueden encontrar como @compraventa.villarreal, y en Facebook como @angelvillarrealautos.