Correa de distribución, para que el motor funcione en armonía.

imagen: kliparts.com

En el complejo engranaje de un motor de automóvil, la correa o cadena de distribución desempeña un papel vital, encargada de sincronizar el movimiento de los componentes internos. Su función principal es asegurar que las válvulas y los pistones operen en perfecta sincronia, que el árbol de levas y el cigüeñal trabajen de manera acoplada evitando colisiones que podrían resultar en daños severos al motor.

Esta sincronización es crucial, ya que controla la apertura y cierre de las válvulas en el momento preciso durante el ciclo de combustión. Una sincronización adecuado de este movimiento permite un llenado y evacuado de los cilindros y, en última instancia, un rendimiento óptimo del vehículo.

Un desajuste en esta sincronía puede provocar consecuencias catastróficas, como el contacto directo entre las válvulas y los pistones, resultando en daños costosos y la posible inmovilización del vehículo.

Las correas de distribución suelen estar fabricadas con materiales resistentes al desgaste, como goma reforzada con fibras de kevlar. Por su parte, las cadenas de distribución están compuestas de eslabones metálicos que garantizan durabilidad y resistencia. Ambas tecnologías buscan asegurar una operación fiable y duradera del motor.

En ambos casos cuenta con dientes que se enganchan con las poleas del cigüeñal y el árbol de levas. Esta conexión asegura que ambos componentes giren al unísono, manteniendo la armonía en el sistema.

El mantenimiento preventivo de la correa o cadena de distribución es esencial para evitar problemas mayores. Es recomendable seguir las especificaciones del fabricante en cuanto a los intervalos de cambio, que suelen oscilar entre los 80,000 y 160,000 kilómetros. Además, es aconsejable revisar visualmente el estado de la correa en inspecciones regulares, buscando signos de desgaste, grietas o deterioro.