El precio del carro, una decisión con muchas variables.

Fijar, determinar el precio de venta de un carro nuevo es una tarea de filigrana por parte de las marcas que quieren, por supuesto, vender la mayor cantidad de unidades posibles de sus diferentes modelos, con un precio adecuado que, primero no los saque del mercado o segmento al que están dirigidos, y que les  permita obtener la rentabilidad adecuada para sustentar la operación, tanto de producción y ensamble, como la comercial que adelantan a través de sus asociados comerciales, los concesionarios.

Son muchos los factores que los equipos encargados de establecer el precio de venta de un carro tienen que evaluar, analizar y probar mediante diferentes modelos económicos que les permitan visualizar de la manera más precisa posible cuál es el valor indicado que cumpla con los requerimientos para hacer viable la comercialización del vehículo en el mercado.

De acuerdo con lo señalado a Autotest por especialistas que han tenido la responsabilidad comercial de varias marcas en Colombia, la primera variable que las marcas tienen en cuenta para fijar ese precio de venta es, claro, el costo de producción del automóvil. Este costo puede variar y por lo tanto su influencia en la definición de precio dependiendo si se trata de un vehículo que llega importado y listo para su comercialización, o si es un carro que tiene un proceso de ensamble en el país e incorpora también un porcentaje de elementos y mano de obra local.

También en esos costos de producción se tiene en cuenta si el vehículo en su fabricación se desarrolla con un alto grado de tecnología y robotización, que si bien es una tecnología costosa, la capacidad para fabricar una gran cantidad de vehículos permite a la firma automotriz diluir en ese gran número de unidades dicho costo. A diferencia de vehículos- en las gamas premium y gran lujo- que tienen procesos de fabricación aún con alto componente artesanal, producen pocas unidades y su valor, por el mismo proceso es mucho más alto.

Otra variable que tiene un peso importante a la hora de definir el precio final de un carro al público está relacionada con la carga impositiva. Y aquí, por ejemplo juegan un papel importante los aranceles de importación, en el caso de los vehículos no ensamblados en el país. Desde los años 90 del siglo XX, Colombia desarrolló una fuerte política de liberalización de su comercio exterior a través de tratados de libre comercio que, en la práctica, lo que hace es flexibilizar el pago de aranceles de importación y reducirlos gradualmente. Hoy el país tiene acuerdos comerciales de este tipo con varios países y regiones, muchas de las cuales son importantes productoras de vehículos, bajo este contexto muchas marcas automotrices importan sus modelos a Colombia desde países con los que se tienen suscritos estos acuerdos y entran pagando un arancel muy bajo o incluso ningún tipo de arancel cuando la desgravación paulatina ya se ha completado de manera total. Bajo esta figura se encuentran ya orígenes como Estados Unidos, México, Canada, los países del Mercorsur y vehículos que puedan llegar de la región anteriormente conocida como el Pacto Andino.

Corea del Sur, otro importante origen de los carros que ruedan en Colombia está hoy en el 14% y camina hacia la desgravación total en unos pocos años.

Esto permite que el precio pueda ser menor que en condiciones de tributación a la entrada de mercancías normal.

A este costo, que puede ser menor, también se le suma el costo del transporte (flete) y que por lo general es marítimo por la eficiencia y capacidad para transportar el volumen de este tipo de producto.

¿El origen puede ser un factor para considerar en el precio? La respuesta de los expertos consultados por Autotest es sí. Por factores objetivos como el hecho de que la mano de obra o incentivos de carácter fiscal que pueda otorgar un gobierno determinado a su industria hacen que sea más competitiva y pueda fabricar bienes y servicios a un menor costo. Pero también por factores un poco más subjetivos como la percepción de calidad que se pueda tener por parte de los consumidores con relación a los productos llegados de un país u otro, aunque este es un factor que cada vez pesa menos dada la globalización y estandarización de los procesos de producción.

Pero también están los impuestos internos deben tenerse en cuenta en los análisis para definir el precio final de venta. Y aquí cabe recordar lo afirmado hace algunas semanas por el presidente de Asopartes, Carlos Andrés Pineda Osorio, quien en entrevista con Autotest, explicaba que en la factura que el cliente recibe por la compra de su auto, entre un 60% a 70% del valor representa lo que se debe pagar por temas de impuestos y gravámenes.

Cabe recordar que también dentro de los costos, se tiene en cuenta el costo ya no de producción, sino los relacionados a la comercialización. Las automotrices venden sus vehículos a través de una red de concesionarios, que en su gran mayoría son empresas independientes y tienen un contrato de concesión de la marca para ofrecer sus vehículos. El fabricante les vende a estos concesionarios sus carros que los compra, para poderlos ofrecer en sus vitrinas. De ahí que también el concesionario debe incluir sus costos de operación y los costos de promoción de los vehículos, más la rentabilidad esperada en el precio final del vehículo que vende a cada cliente.

Hoy la rentabilidad de una operación comercial para la colocación de vehículos nuevos en el mercado, de acuerdo con los expertos consultados por Autotest, puede estar entre el 10 y 12%. Una rentabilidad apenas justa, señalan. Realmente la apuesta comercial y de sostenimiento de los negocios en los concesionarios, explican, está en las áreas de posventa y accesorios que sí pueden aumentar hasta el 30% o 40% y son las que realmente le dan viabilidad a cualquier establecimiento dedicado a la venta de vehículos nuevos.

Y claro, el mismo carro puede tener precios diferentes de acuerdo con su versión, que esta dada generalmente por el nivel de equipamiento que tenga, desde las versiones llamadas comúnmente de entrada, hasta las de mayor equipamiento en cada segmento o categoría determinado por la marca.

Los precios de los carros no surgen, entonces, de una decisión a la ligera o de un capricho de cada fabricante o comercializador que piensa sus carros deben tener un valor determinado porque sí. Se trata de un ejercicio de evaluación de diversas variables económicas, financieras, tributarias y comerciales que en última instancia buscan generar el sostenimiento de una operación industrial y comercial de la que dependen muchas personas y familias.

El carro eléctrico, esa novedad de casi 200 años

Aunque hoy para la gran mayoría de las personas, sean propietarias, entusiastas de los vehículos, o no, los carros eléctricos son la gran novedad de la industria automotriz y su aparición en calles y carreteras parece relativamente reciente,  y una señal clara de que el futuro es ahora; la verdad es que el carro eléctrico es tan joven como tener cerca de dos siglos de existencia.

En esta columna de Autotest, un breve recuento de esa historia, no tan conocida, pero que da un contexto sobre como la industria automotriz actual retoma una iniciativa que ya hace casi dos siglos era evaluada como una posibilidad de movilidad, pero, quizá, aún no era su momento. Hoy, con la urgencia por avanzar en estrategias que ayuden a preservar el medio ambiente, la movilidad eléctrica resurge con mayor fuerza, evolución tecnológica y esperanza de mediano y largo plazo de brindar soluciones para continuar existiendo como especie en el planeta.

El tatarabuelo de la movilidad eléctrica

Así es, ya desde la segunda década del siglo XIX (siglo 19, por si acaso), en 1828,  un ingeniero, físico y también sacerdote húngaro, Anyos Jedlik,  desarrolló un primer prototipo de un motor eléctrico para impulsar un vehículo. El Padre Jedlik utilizó este prototipo de motor eléctrico para darle movimiento a un modelo de locomotora.

A partir de este desarrollo el escocés Robert Anderson, en la década de 1830 (porque no hay claridad sobre el año concreto) quien combinaba sus conocimientos de química con la actividad como comerciante presentó un modelo, evolución del tradicional carruaje tirado por caballos, pero que en lugar de estos nobles animales, era impulsado por celdas eléctricas para moverlo por las calles de Londres. Y poco menos de una década después, en Estados Unidos, avanzó en otro prototipo de vehículo que impulsado por energía eléctrica estaba dedicado a dar vueltas en un circuito.

En sus comienzos los modelos impulsados por energía eléctrica enfrentaban el problema de su autonomía, ya que se fabricaban con baterías no recargables. Pero en la segunda mitad del Siglo XIX el trabajo del científico Gastón Planté, con el invento de la batería recargable de plomo y ácido;  y perfeccionado años después por el ingeniero químico Camille Fauré, que facilitó la fabricación industrial de este elemento, le dio un fuerte impulso a los vehículos eléctricos al superar el obstáculo de su autonomía.

Ford lo impulsó, y lo frenó

El primer modelo eléctrico con cuatro llantas y más evolucionado como un automóvil fue desarrollado y presentado por Andreas Flocken en 1888, solo tres años después de que Karl Benz recibiera la patente de su Motorwagen, considerado el primer vehículo a combustión interna.

En sus etapas iniciales los carros eléctricos lograron importantes evoluciones. Incluso rompiendo récords en velocidad, como el alcanzado por Camille Jenatzy en 1899 a bordo de un vehículo eléctrico conocido como La Jamais Contente, y que avanzó por encima de los 100 kilómetros por hora.

Un dato interesante. Cuando nacía el Siglo XX ya en el mundo existían cerca de 20 fabricantes de carros eléctricos. Y las ventas de este tipo de vehículos dominaban en Estados Unidos, por encima de los autos a combustión

La evolución de estos modelos interesó al mismísimo Henry Ford, quien desarrolló una batería recargable de níquel y hierro que ayudó a aumentar la autonomía de estos modelos. Sin embargo, paradojas del desarrollo de las industrias, también fue Ford quien en los primeros años del siglo XX le dio un fuerte golpe a la industria de los eléctricos con su innovación para la fabricación de carros de combustión en serie a partir de la producción en línea, que redujo de manera considerable los costos para la producción de este tipo de vehículos y,  por lo tanto,  eran mucho mas asequibles a todo tipo de público, a diferencia de los vehículos eléctricos de alto costo en su fabricación y solo considerados como una opción para personas con un nivel de ingreso alto para costear su compra. Poco a poco los carros eléctricos fueron quedando relegados.

Hoy,  con más de 20 millones de autos eléctricos rodando en el mundo, y planes de los gobiernos de avanzar de manera acelerada hacia la descarbonización en el transporte, y las empresas automotrices desarrollando sus planes y productos (aunque a un menor ritmo por la evolución actual de las ventas, que no cumplen con las expectativas iniciales aún) los carros eléctricos vuelven a ocupar el interés de gobiernos, fabricantes y consumidores que apelan a lo aprendido en el pasado para dar un paso trascendental y garantizar un futuro sostenible para la humanidad.

La exportación, un camino para la industria automotriz en Colombia: Sofasa, un ejemplo.

El mundo es ancho y el mercado automotor no se agota en las ventas internas en Colombia. Así lo piensa Renault y por eso su apuesta industrial en el país apunta a convertir a la planta de Sofasa en un hub para la exportación de los vehículos de la marca a diferentes mercados de la región América.

Así, de manera clara lo señala el presidente y director general de Renault en Colombia, Ariel Montenegro durante una charla con un grupo de periodistas especializados en la sede de la ensambladora en el municipio de Envigado,  y en la que Autotest estuvo presente.

Los mercados externos juegan un rol clave en la estrategia industrial y comercial de la automotriz francesa que ya exporta poco más del 49 por ciento de su producción a diferentes mercados. México, Ecuador y Argentina son hoy día los principales destinos de los carros que salen de la línea de ensamble de Sofasa. Pero también sus carros ruedan en Perú, Bolivia, Chile y algunos otros países en Centroamérica. Incluso en- sorpresa- Cuba,  circulan algunos de los vehículos ensamblados por Renault en Colombia.

En total, durante el año 2023 las exportaciones de la automotriz desde Colombia ascendieron a 13 mil unidades, con destino a 11 países.

México, un mercado de peso

Como ya se mencionó unos párrafos antes, México es uno de los principales mercados que Renault Colombia tiene en su portafolio internacional. Allí se espera exportar poco más de 4.300 unidades durante el presente año.

¿Pero, cuál es el atractivo del país azteca? Explica Ariel Montenegro que si bien México tiene una industria automotriz con un alto nivel de desarrollo y son varias las marcas que tienen allí plantas de fabricación y ensamble, estos proyectos productivos tienen un mercado internacional en la mira cuando se instalan en el territorio: Estados Unidos.

Es por esto que aún con esa gran industria productora de vehículos, cerca del 49 por ciento de los carros que viajan diariamente por las calles y carreteras mexicanas son vehículos que llegan al país importados de otras regiones del mundo. Y Renault, con Sofasa quiere ser actor importante en ese segmento.

“El segundo mercado de la región es México, y queremos que México mire a Colombia como su proveedor principal”.

Igualmente hay confianza con el proceso de flexibilización a las importaciones que se está presentando en Argentina y que abren importantes posibilidades para fortalecer el proceso exportador de Renault Colombia.

Hasta Venezuela comenzó a recibir nuevamente los vehículos de Renault-Sofasa, una operación que aún es muy pequeña dadas las complejidades del mercado en el vecino país, pero que afirman la importancia de pensar en el ensamble con una visión de exportación y largo plazo.

La consolidación de la estrategia de internacionalización de los modelos ensamblados por Sofasa también debe estar apoyada en una política de fomento a la industrialización en toda la cadena automotriz y medidas de apoyo que hagan viable las ventas externas.

En este sentido añadió Ariel Montenegro se ha avanzado con medidas como la aprobación del CERT (Certificado de Reembolso Tributario) del 3% del valor FOB de las exportaciones realizadas. Y se espera que en diálogos y mesas de discusión con el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo se pueda avanzar en la implementación de otros mecanismos que fortalezcan y viabilicen un entorno exportador favorable.

Un nuevo modelo para ensamblar y exportar

Además, Sofasa se prepara para dar un nuevo paso en su plan de potencialización industrial de cara a los mercados regionales. Con una inversión de 100 millones de dólares iniciará en próximas semanas el ensamble y comercialización del modelo Renault Kwid en su versión de motor a combustión. Este modelo desde Envigado llegará a 14 países de América.

El plan de inversión para la industrialización del Renault Kwid desde Colombia ya le ha permitido a Sofasa aumentar el nivel de automatización de la planta a cerca del 20 por ciento de los diferentes procesos involucrados en el ensamble de cada vehículo, incorporar tecnología y fortalecer la cadena de proveedores que integran piezas y partes del nuevo carro que en breve comenzará a salir de su línea de montaje.

Carros eléctricos, un vistazo a su situación actual en el mundo.

Recientes noticias, especialmente de Europa revelan que varias marcas automotrices están reformulando sus planes para los vehículos eléctricos.

No, no dejarán de fabricarlos, pero sí creen que es necesario levantar un poco el pie del acelerador en los planes para el desarrollo de este tipo de soluciones de movilidad sostenible por lo que consideran unas perspectivas menos favorables en el entorno lo que lleva a los potenciales clientes a ser más cautelosos en la toma de decisión de compra de este tipo de automotores.

Mercedes Benz y Volkswagen, por ejemplo, hicieron anuncios en este sentido. La automotriz de vehículos del segmento premium señaló que su estrategia de carros eléctricos tendrá una reformulación, y sin abandonarla, sí tendrá un enfoque de mayor plazo. Por ello el presidente de la marca señaló en días recientes que la venta de vehículos con motores de combustión y tecnología híbrida se extendería hasta bien entrada la década de 2030, y también anunció la cancelación del desarrollo de la plataforma de carros eléctricos para sus sedanes de mayor tamaño a partir de la que sería la plataforma MB.EA-Large.

En un sentido similar, Volkswagen explicó que sus planes para una electrificación total también bajan algunas marchas y será un proceso más lento. En cambio, tienen en mente profundizar un poco más en los vehículos con una solución híbrida enchufable.

Para las marcas, uno de los factores que las lleva a replantear su plan de electrificación está relacionado con una disminución de la demanda en Europa. Y esto se explica en parte por la decisión de Alemania- el mayor mercado de venta de autos en la región- de eliminar todos los apoyos que brindaba a la compra de vehículos eléctricos.

Pero también los costos de producción y una todavía insuficiente red de puntos de carga para los vehículos, además de estar muy concentrada precisamente en Alemania y en los Países Bajos, apuntan a la necesidad de ser más cautos con el paso de la combustión a la electrificación total que está planteada en esa parte del mundo para el año 2035.

En Europa, al cierre del primer trimestre, según los datos de la Asociación de Fabricantes, la venta de vehículos eléctricos representaba 12% de las ventas totales, cuando un año atrás estas eran poco más del 14%.

China le da aire a los eléctricos

Sin embargo, pese a las alertas de las marcas en Europa sobre las dificultades de la electrificación, las perspectivas globales parecen ser un poco menos grises. Así por lo menos se desprende de un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) que en sus perspectivas para el mercado de los carros eléctricos estima ventas este año de unos 17 millones de unidades.

«En lugar de disminuir gradualmente, la revolución mundial de los vehículos eléctricos parece estar preparándose para una nueva fase de crecimiento. Se espera que la proporción de vehículos eléctricos en las carreteras siga aumentando rápidamente», sostiene Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía

Por supuesto, un porcentaje importante del comportamiento de las ventas se explica por lo que se logre en China, un mercado al que la Agencia ubica con un crecimiento de 10 millones de unidades. En segundo lugar, se ubicará Europa (con sus dudas y todo) y luego Estados Unidos.

Y China parece mostrar todo lo contrario a las preocupaciones de los productores europeos. Para los chinos los costos de producción no parecen ser un factor de riesgo. Señala la AIE que allí ya más del 60% de los carros eléctricos tienen un precio de adquisición menor que los modelos equivalentes con motor de combustión tradicional.

Y esta ventaja- que va de la mano de las ayudas que otorga el gobierno chino a sus automotrices- también los lleva a ser un incuestionable competidor global. Sus exportaciones representaron la mitad de las ventas mundiales de vehículos eléctricos.

Lo que las exportaciones de vehículos eléctricos desde China pueden representar para la industria automotriz mundial ya puso en alerta a Estados Unidos, y el gobierno Biden autorizó un arancel de 100% a las importaciones de carros eléctricos desde ese país.

Europa quizá no llegue a ese extremo, pero sus gobiernos, varios de ellos, también piensan en la necesidad de limitar de alguna manera el ingreso de los vehículos eléctricos del gigante asiático. Pero de manera paralela tienen que avanzar en políticas industriales y de apoyo para fomentar esta fabricación en su propio suelo.

Colombia, un panorama de retos y oportunidades

Si el panorama internacional para los vehículos eléctricos refleja los retos que debe enfrentar la tecnología para su desarrollo, Colombia no escapa a las complejidades para afianzar una nueva tendencia en la movilidad.

Si bien Colombia se ha destacado en Latinoamérica como uno de los países con mayor avance en la penetración de vehículos de nuevas energías, aún así su participación en el mercado sigue siendo baja.

Para el inicio de 2024 de acuerdo con los datos del RUNT, en Colombia rodaban poco más de 7 millones de carros. De estos tan solo 11.500 están registrados como carros eléctricos, es decir por el momento ni el 1% del parque rodante.

Aún así los vehículos eléctricos y en general aquellos que apelan a tecnologías más amigable con el medio ambiente han registrado cifras de crecimiento permanente en un contexto de desaceleración de la industria en los últimos 18 meses. Y el mercado se está moviendo con la presencia de nuevos modelos en diferentes categorías tanto en vehículos de pasajeros como en automotores de trabajo.

El avance mayor de la movilidad eléctrica en Colombia debe también superar una serie de retos, y así lo ha planteado la Asociación de Movilidad Sostenible.

En primer lugar, el tema de un desarrollo más fuerte de la infraestructura para carga que no solo aumente los puntos de conexión, también desconcentre estos sitios de ciudades principales y los lleve a ciudades intermedias y al corredor vial nacional para facilitar los viajes intermunicipales.

Es importante fortalecer políticas fiscales y de beneficios en la compra y tenencia de este tipo de carros. Reducción arancelaria, tarifas impositivas menores, facilidades para la movilidad en las ciudades.

Por su puesto, otro elemento tiene que ver con el costo de los vehículos, si bien no es un factor que se pueda controlar totalmente por parte del país y sus regulaciones, sí es posible acortar la diferencia entre el valor de un vehículo eléctrico frente a un auto a combustión. Además de los incentivos tributarios y fiscales, apoyo en temas financieros que faciliten la compra podría ser otra alternativa.

Y si bien la conciencia de preservación del medio ambiente ha crecido, especialmente en población más joven, es importante profundizar en información en cuanto a las ventajas de la movilidad eléctrica a los consumidores, más allá de un beneficio de rodar sin restricciones por las vías de sus ciudades.

Con este panorama es claro que el desarrollo de la política de descarbonización en la industria automotriz y el transporte no es un proceso que tenga todo el camino allanado, sin embargo, con plazos que seguramente se reajustarán la movilidad transita por nuevas sendas y su futuro se pinta más verde.

¿Podría Colombia reactivar una industria automotriz?

El retiro de General Motors como ensamblador del mercado colombiano abre el debate sobre si Colombia es o no una región propicia para el desarrollo de procesos industriales automotrices, o un país solo comercializador de vehículos importados, como lo hace Chile, por ejemplo.

Cabe anotar que tras el cierre de la planta de Colmotores (General Motors) en Colombia solo quedan hoy día dos plantas ensambladoras. De un lado Renault, con su instalación de Sofasa en el municipio de Envigado, cerca de Medellín, y que se dedica al armado de vehículos de pasajeros. Y la segunda, Fotón, orientada al montaje de vehículos comerciales de mediano tonelaje en Cundinamarca.

Por supuesto, alrededor de ambas también hay un ecosistema de empresas, mucha de ellas de mediano tamaño, que suministran algunas piezas y partes para ese proceso de ensamble en lo que se conoce como integración nacional.

De acuerdo con las cifras de la Cámara de la Industria Automotriz, con asiento en la Andi, en la actualidad existen más de 290 proveedores integrados a la cadena productiva en la industria automotriz y genera cerca de 357 mil empleos este cluster.

Cabe entonces preguntarse ¿debe Colombia dejar marchitar esta actividad industrial, o potenciarla?

El mercado interno automotor es pequeño. En su mejor momento logró ventas superiores a 300 mil unidades en un año, pero en lo recientes años una serie de factores lo han llevado a una disminución y los síntomas de recuperación aún son débiles, pero sí hay optimismo de quebrar esa tendencia por parte de los comercializadores que vieron, por ejemplo, en abril, un aumento de matrículas luego de 18 meses a la baja.

Pero también es importante señalar que se trata de un mercado con un bajo indicador de motorización (vehículos por cada 1.000 personas). Señala Invest In Colombia que este indicador es de 87 autos, cuando Argentina, por ejemplo,  cuenta con un índice de 227 vehículos. Y no solo son pocos los carros que circulan para el estándar de la región también son viejos, con promedios que superan los 17 años, y con mayor fuerza en los segmentos de vehículos de trabajo. Es decir,  hay espacio para crecer y renovar la flota.

Pero aún así, el mercado interno por si solo no es atractivo totalmente para impulsar una reactivación industrial automotriz en ensamble y/o fabricación. El camino se orienta hacia la conversión de Colombia en una plataforma de exportaciones, un hub desde el que las firmas automotrices y también los autopartistas locales y globales puedan llevar sus productos y servicios a los mercados de la región.

Latinoamérica, es un mercado que supera los 420 millones de habitantes. Quizá sin incluir a México o Brasil que tienen industrias con amplio desarrollo y, en el caso de este último país, una política proteccionista fuerte a su producción es posible pensar en una base industrial que desde un país como Colombia pudiera dar abasto a una buena parte de las necesidades de vehículos en la región.

No es utópico, Renault con su planta de Sofasa es un ejemplo de ello y hoy destina alrededor del 50% de su producción anual para atender 15 mercados en la región, con metas de extender esta red a cerca de 20 en el mediano plazo, aún con las dificultades logísticas que entraña tener la ensambladora en la región central de Colombia.

¿Por qué GM no apostó por este camino? Decisiones estratégicas que en algún momento podrán explicarse.

Pero la estrategia de ser plataforma exportadora requiere de un trabajo coordinado entre gobierno, empresa y también academia. Un marco regulatorio adecuado, que ofrezca beneficios y también genere responsabilidades, que sea propicio a la inversión de largo plazo. Unas acciones que solucionen o mitiguen los problemas logísticos para la importación y exportación de los bienes y productos generados por los ensambladores y/o fabricantes automotrices, estímulos y un entorno económico que permita a los ciudadanos adquirir o modernizar sus vehículos, proyectos de industrialización de largo plazo con vocación exportadora, mano de obra calificada, y otros factores.

Hubo un momento en la historia en el que Colombia tuvo tres firmas ensambladoras, y un poco antes, hasta fábrica de motores. ¿Será capaz el país y su dirigencia pública y privada de revitalizar una industria que no solo aporta un importante capital, también moviliza las capacidades técnicas, de investigación y desarrollo del talento humano?