Conducir en ciudad/conducir en carretera.

Conducir en ciudad y manejar en carretera son dos actividades aparentemente iguales: dirigir desde el volante la dirección de un carro sobre una vía determinada para desplazarse de un punto A a un punto B. Sin embargo, ambas tienen diferentes condiciones y exigen una apropiación distinta por parte del conductor al asumir esta tarea. Quien está detrás del volante debe saber que hay diferencias en cuanto al ritmo de conducción, las condiciones y elementos que se pueden encontrar en la vía, el entorno general de una ruta u otra, y la atención que debe brindar al manejar en ciudad o al desplazarse por una carretera, autopista o autovía.

La conducción en ciudad requiere, quizá, un nivel de atención más alto. Es una conducción sujeta a una serie de elementos que interactúan con el conductor durante su trayecto: peatones, otros vehículos motorizados o de impulsión humana (bicicletas, carretas) y semáforos. Solo en Medellín existen hoy día 704 intersecciones semafóricas, según datos de la Secretaría de Movilidad. El tráfico es más lento y pesado debido a la alta densidad de vehículos que se encuentran en el mismo espacio de las calles. De igual manera, al manejar en la ciudad, el conductor debe prestar mayor atención a las señales de tránsito que indican rutas, sentidos viales, zonas de restricción y, especialmente, límites de velocidad, ya que es posible encontrar diferentes regulaciones en un mismo trayecto y es necesario acatarlas para evitar una costosa multa o generar un incidente vial.

En la ciudad, la conducción debe ser más pausada y con un mayor nivel de atención a los cambios, especialmente en cuanto a las indicaciones de las señales de tránsito, ya sean verticales o de piso. También se debe estar atento a la interacción con otros actores de la vía, particularmente peatones, ciclistas y motociclistas, que pueden aparecer de forma repentina y, en algunos casos, imprudente. Es indispensable anticiparse y prever, en lo posible, cada situación que pueda presentarse. La distancia entre vehículos es un factor fundamental para una conducción que minimice los riesgos.

Por su parte, el manejo en carretera o autopista permite una velocidad mayor, por lo general entre 80 km/h y 120 km/h, de acuerdo con el tipo de vía, sus condiciones de infraestructura y lo sinuoso del trayecto. De igual manera, la conducción será mucho más progresiva, en la medida en que no será necesario detenerse o reducir la velocidad con tanta frecuencia como en la ciudad. Pero así como la velocidad de recorrido es más alta, también es necesario mantener con aún mayor cuidado una distancia prudente entre vehículos, distancia que debe permitir un adecuado tiempo de reacción ante cualquier eventualidad que pueda presentarse.

Uno de los riesgos más comunes en las carreteras tiene que ver con la fauna, que puede cruzarse en cualquier momento con consecuencias imprevisibles. Por eso es importante estar atento a estas situaciones y acatar la reducción de velocidad cuando una señal indique posible presencia de fauna en el camino. En carretera, una de las recomendaciones clave es mantener siempre una velocidad estable.

Cabe recordar que al transitar por carretera, si necesita realizar un adelantamiento, esta maniobra debe hacerse utilizando el carril izquierdo, que es el habilitado y determinado por la legislación actual de tránsito para tal fin. Por el carril derecho se ubican los vehículos en su tránsito normal, cumpliendo el límite máximo de velocidad. Si se trata de vías con tres carriles, el tránsito debe hacerse por los carriles extremos que estén a la derecha del conductor. Por su parte, en vías de cuatro carriles, la indicación normativa es transitar por los carriles extremos y dejar los carriles interiores para maniobras que impliquen adelantamiento o circulación a mayor velocidad cuando sea necesario.

Desde el punto de vista mecánico la conducción en uno u otro entorno también genera diferentes situaciones. La conducción preferentemente urbana implica un mayor estres en componentes como frenos, embrague y el mismo motor que muchas veces por los trayectos cortos urbanos no alcanza la temperatura de operación ideal.

La conducción en carretera si bien genera también un desgaste este puede ser a mayor plazo ya que al mantener, con una buena técnica de conducción, una velocidad constante durante mayor tiempo sin necesidad de paradas o desaceleraciones frecuentes, menor uso de embrague y frenos los componentes duran más, y también la presión del aceite es más estandar permitiendo lubricar mejor los componentes del motor.

Líquido refrigerante, la temperatura en el nivel adecuado.

El factor de temperatura es esencial para el correcto funcionamiento del motor. Es fundamental regular los extremos, ya sean muy altos o muy bajos, para garantizar que el funcionamiento del vehículo no sufra y siempre ofrezca la máxima eficiencia y rendimiento, ofreciendo un viaje sereno, seguro y fiable.

Para mantener un correcto control de la temperatura, el sistema de enfriamiento del vehículo tiene un rol crucial, incluyendo ventiladores, termostato y, en particular, la acción del líquido de enfriamiento.

Pero, ¿qué representa el líquido refrigerante y cuál es su relevancia en el funcionamiento de los vehículos en la actualidad? En primer lugar, antes de discutir el líquido refrigerante, es crucial destacar que para regular la temperatura en el motor, no se debe emplear agua. El agua que entra en contacto con los componentes metálicos del motor los corroe, por lo que no es un componente que se pueda emplear para tal propósito.

En cambio, el líquido refrigerante, debido a su composición y características, es el elemento idóneo para la regulación de la temperatura. Es un compuesto químico que se fundamenta en el etilenglicol. Una de las propiedades más destacadas de este compuesto es su extenso espectro de trabajo térmico, dado que puede funcionar en temperaturas que oscilan entre los -30 grados centígrados y los más de 140 grados centígrados. Por lo tanto, pueden salvaguardar al motor durante su funcionamiento en condiciones de temperatura extremas.

Durante su travesía por el sistema de enfriamiento, movido por una bomba, el líquido de enfriamiento actúa absorbiendo el calor sobrante generado por el funcionamiento del motor y lleva este calor hacia el radiador para que, a través del intercambio de aire exterior, se enfríe nuevamente. En el desempeño correcto de su función, el líquido de enfriamiento también cuenta con el apoyo de otro elemento del sistema de enfriamiento: el termostato, que actúa como una válvula y se ajusta a la temperatura del líquido. Si la temperatura es reducida, se cierra enviando este líquido de nuevo a la bomba para que pueda circular nuevamente a través del motor.

Cuando la temperatura del refrigerante supera los 70 grados centígrados o en su defecto su temperatura de diseño, se abre la válvula principal, lo que posibilita que el líquido a esa temperatura se dirija al radiador, donde, a través de la acción del intercambio con el aire, vuelva a alcanzar la temperatura correcta y continúe funcionando el ciclo de refrigeración.

Sin embargo, no solo es una protección frente a las elevadas temperaturas. Además, funciona en bajas temperaturas debido a su habilidad para absorber y conservar ese calor, al incrementar el punto de congelación. Esto permite que, incluso en temperaturas bajo cero, el motor del vehículo pueda funcionar sin dificultades (recuerde que unos párrafos antes mencionábamos que su rango de trabajo puede oscilar entre -30 grados centígrados).

Para determinar qué tipo de líquido de enfriamiento utiliza su vehículo específico, puede revisar el manual del fabricante que le proporcionaron en el concesionario al adquirirlo.

Nunca rellene el faltante de su sistema con agua, y si lo hace en cas de emergencia, renueve todo el refrigerante lo mas pronto posible.

Hábitos de conducción que son perjudiciales.

Conducir se vuelve, con el tiempo, una rutina. Son muchos los comportamientos que al ir tras el volante se repiten de manera automática. La explicación para ello está basada en comportamientos que “siempre hemos hecho así”, o » es que así me lo enseñaron», o «todo el mundo lo hace de esa forma». Sinembargo, pese a que sean rutina y prácticas comunes en la mayoría, no todas son adecuadas, y algunas de ellas incluso pueden comprometer de manera seria la funcionalidad y vida útil de componentes y sistemas del carro.

En Autotest queremos ayudarte a cuidar tu vehículo. Por eso, hoy te contamos cuáles son esos errores de conducción más comunes que, sin darte cuenta, podrían estar acortando la vida útil del motor, el embrague, la caja de cambios y otros sistemas clave.

1. Esperar el cambio de semáforo con marchas engranadas

¿Acostumbras mantener el carro en primera marcha con el pedal del embrague pisado a la espera que el semáforo cambie? Si la respuesta es sí, es momento de cambiar ese hábito.

Al hacer esto, estás sometiendo al sistema de embrague —especialmente al disco— a una presión innecesaria. Con el tiempo, ese desgaste prematuro puede terminar en una reparación costosa.

Lo mismo ocurre cuando manejamos con el pie siempre apoyado en el pedal del embrague. Aunque no lo presiones a fondo, ese roce constante provoca fricción en partes que no están diseñadas para eso, lo que también acelera el deterioro.

2. Acelerones y bajas revoluciones: dos extremos dañinos

Hay quienes manejan como si estuvieran en una pista de carreras, con arrancones y frenadas bruscas. Otros prefieren conducir siempre a muy baja velocidad, creyendo que así ahorran combustible. Ambos extremos son perjudiciales.

Los arrancones en primera marcha sobrecalientan el motor y desgastan innecesariamente el embrague y la caja de cambios. Y si bien la conducción tranquila es una buena práctica, hacerlo a revoluciones muy bajas también tiene su riesgo: el motor no alcanza la temperatura ni las revoluciones adecuadas para que el aceite circule correctamente. Esto impide una lubricación eficiente y termina dañando partes internas que dependen de ese aceite para funcionar sin fricción.

No se trata de correr ni de ir demasiado lento. Se trata de conocer el rango de revoluciones óptimo del motor y mantenerlo allí.

3. Cargar más peso del recomendado

A veces, por salir de un apuro o por desconocimiento, le ponemos al carro más peso del que puede soportar según el fabricante. Puede que no pase nada al principio, pero a la larga, esto sobrecarga el motor, la transmisión, la suspensión y el sistema de frenos.

El carro está diseñado para un límite de carga específico, y superarlo constantemente acorta la vida útil de sus componentes. Además, compromete la estabilidad y seguridad, especialmente al frenar o tomar curvas.

4. Estacionar golpeando los bordillos

Aparcar “pegadito” al andén no debería implicar golpearlo. Sin embargo, es común ver cómo muchos vehículos terminan subidos parcialmente o chocando contra los bordillos. Ese golpe, aunque parezca menor, puede deformar los rines, dañar las llantas y afectar el alineamiento.

¿El resultado? Vibraciones, desgaste irregular de las llantas y una pérdida de adherencia que puede ser peligrosa al conducir.

Cuidar el carro no siempre requiere grandes inversiones. A veces, basta con revisar nuestras costumbres al volante y hacer pequeños ajustes. Un manejo más consciente no solo alarga la vida del vehículo, también mejora lau seguridad y ahorra dolores de cabeza (y de bolsillo) en el futuro.

La industria automotriz está cambiando.

Nuevas tecnologías, mayores preocupaciones por el impacto de la producción y la operación de los vehículos en el entorno ambiental, regulaciones sobre la seguridad cada vez más estrictas, la irrupción de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) en la operación de los carros, nuevas formas de consumo de vehículos y de la movilidad; son algunos de los factores que influyen en este cambiante entorno. Y Colombia no es ajeno a estas tendencias.

Les presentamos un panorama de estos cambios, con un enfoque en casa, lo que está pasando en el país, en un sector que representa poco más del 6% del PIB industrial.

1. Aceleración de la movilidad eléctrica

Colombia ha experimentado un notable crecimiento en la adopción de vehículos eléctricos. En enero de 2025, las ventas de estos vehículos aumentaron un 345% en comparación con el mismo mes del año anterior, alcanzando 966 unidades vendidas. Este crecimiento posiciona al país como el tercero en América Latina en ventas de vehículos eléctricos, solo detrás de Brasil y México. ​

2. Políticas gubernamentales y aranceles diferenciados

El gobierno colombiano ha ajustado su estrategia respecto a los incentivos para vehículos híbridos. En noviembre de 2024, se anunció que los aranceles de importación variarían según el tipo de tecnología del vehículo híbrido: los Mild Hybrid tendrían aranceles similares a los vehículos a gasolina y diésel, los Full Hybrid entre el 20% y el 25%, y los Plug-in Hybrid entre el 15% y el 20%. Estas medidas buscan promover la adopción de vehículos eléctricos y eventualmente su producción nacional

3. Crecimiento del mercado de vehículos usados

El mercado de vehículos usados en Colombia también muestra signos de dinamismo. En diciembre de 2024, se registraron 102.719 traspasos, un aumento del 21% en comparación con el mismo mes del año anterior. Este repunte permitió cerrar el año con 926.123 traspasos acumulados, un 1,7% más que en 2023. La digitalización ha facilitado este crecimiento, al ofrecer plataformas que simplifican el proceso de compra y venta de vehículos usados.​

 4. Necesidad de modernización automotriz

A pesar de los avances, Colombia enfrenta retos significativos en la producción local de vehículos. En 2024, el 98% de los vehículos vendidos en el país fueron importados, contrastando con el 32% de producción nacional registrada hace una década. Además, la antigüedad del parque automotor, especialmente en vehículos de carga pesada, es preocupante, con una obsolescencia estimada entre 25 y 30 años. Estos factores resaltan la necesidad de políticas que fomenten la producción local y la renovación del parque vehicular.​

Guía práctica para conducir un carro con transmisión automática: tipos y recomendaciones.

Cada vez más conductores están optando por vehículos con caja automática. La facilidad de uso, la comodidad en el tráfico urbano y la creciente oferta de modelos automáticos han disparado su popularidad. Pero con esta transición también vienen dudas: ¿Cómo se maneja correctamente un carro con transmisión automática? ¿Qué cuidados especiales se deben tener? Aquí, en Autotest,  brindamos una sencilla guía práctica para quienes ya están detrás del volante o piensan dar el salto a un carro con caja automática.

Los tipos de cajas automáticas

En el mercado  existen varios tipos de transmisiones automáticas. Estas son las más comunes:

  • Automática convencional (hidráulica): Utiliza un convertidor de par para transmitir la potencia del motor a las ruedas. Es suave, confiable y ampliamente utilizada en sedanes, SUVs y pick-ups.
  • CVT (Transmisión Variable Continua): No tiene cambios fijos sino que ajusta continuamente la relación de transmisión, ofreciendo eficiencia y suavidad.
  • DCT o caja de doble embrague: Usa dos embragues para hacer cambios más rápidos. Se encuentra más en vehículos deportivos o de gama media-alta.
  • Automatizadas o robotizadas (AMT): Son cajas manuales adaptadas para cambiar sin pedal de embrague. Más económicas, suelen encontrarse en vehículos compactos y utilitarios.

Recomendaciones básicas para operar una caja automática

  • El pedal izquierdo no se usa: Solo se maneja con el pie derecho. El izquierdo debe descansar en el reposapié para evitar errores.
  • No cambiar a “N” (neutral) en movimiento: Aunque pueda parecer que se ahorra combustible, puede desgastar prematuramente la caja y reducir el control del vehículo.
  • Freno siempre al cambiar de marchas: Cada vez que pases de P a D, R o N, asegurese de tener el freno pisado.
  • Evita acelerar al cambiar de P a D o R: Espera a que el cambio se realice por completo para evitar golpes en la transmisión.

Paso a paso: estacionar y apagar correctamente

  • Detenga completamente el vehículo con el pedal del freno.
  • Cambie la palanca a “N”.
  • Accione el freno de mano.
  • Luego, cambie a “P” (parking).
  • Ahora sí  se puede apagar el motor.

Este orden protege la caja de transmisión del peso del vehículo, especialmente en pendientes.

Cómo adelantar de forma segura con una caja automática

En muchos modelos, al presionar el acelerador a fondo (función conocida como kickdown), la caja baja automáticamente uno o dos cambios para ofrecer más potencia. Sin embargo, si se desea mayor control:

  • Puede pasar la palanca a modo manual o a la opción “S” (Sport), si está disponible.
  • Reduzca manualmente a un cambio más bajo antes del adelantamiento para tener mayor empuje sin necesidad de forzar tanto el acelerador.

No se debe realizar un sobrepaso sin tener suficiente espacio y visibilidad, sin importar el tipo de transmisión.

En subidas: aproveche el torque y evite el sobrecalentamiento

Los vehículos automáticos están diseñados para responder bien en pendientes. Sin embargo, si la subida es muy pronunciada:

  • Use el modo manual o baje un cambio para mantener el motor en un régimen óptimo de revoluciones.
  • Evite mantener el pie en el freno mientras aceleras, ya que esto genera calor y desgaste.
  • Si el carro tiene modo “L” o “2”, puede usarlo para mantener fuerza sin exigir la caja.

En bajadas: control y prevención del sobrecalentamiento de los frenos

Uno de los errores más comunes es bajar una pendiente larga solo con el freno. Esto puede recalentar el sistema y disminuir su eficacia. Para hacerlo correctamente:

  • Use una marcha baja (L o 2) o active el modo manual.
  • Esto genera freno motor, disminuyendo la velocidad sin abusar del pedal de freno.
  • Aplique el freno de forma intermitente y firme, no sostenida, para evitar el sobrecalentamiento.

Algunos vehículos modernos también incluyen sistemas como el hill descent control o control de descenso que ayudan a mantener una velocidad segura sin intervención constante del conductor.

Conducir un carro automático no es solo una cuestión de comodidad, también implica entender su funcionamiento para evitar errores costosos. Aplicar buenas prácticas, conocer el tipo de transmisión del vehículo y mantener una conducción preventiva es la clave para aprovechar al máximo sus beneficios.