Turbo, más potencia con motor más pequeño.

Crédito: Jan Barkman para Pixabay

En el mercado automotor actual es creciente la tendencia a encontrar oferta de modelos con la característica de estar equipados con una motorización turbo. Vehículos en prácticamente todos los segmentos del mercado ofrecen esta posibilidad, que brinda un mejor desempeño, una mejor sensación de conducción y también es una fortaleza en temas de consumo de combustible y menores emisiones de gases al medio ambiente.

El motor convencional atmosférico toma aire del exterior para llevarlo al colector de admisión y allí introducirlo en la cámara de combustión para generar la mezcla de aire y combustible que se enciende con la chispa generada por la bujía en la carrera ascendente de los cilindros y generar la explosión que desencadena el movimiento de pistones, bielas y cigüeñal para transmitirlo finalmente a las ruedas y dar avance al vehículo.

El motor equipado con un sistema de turbo no solo utiliza el aire que “chupa” del medio ambiente. Además, utiliza una ayuda adicional con los gases de escape que se generan tras el proceso de combustión para propiciar un mayor flujo de aire para la mezcla.

El sistema tiene dos componentes principales, una turbina y un compresor.  Cuando se presente la combustión se generan los gases que en el motor atmosférico convencional circularían por el sistema de escape para su expulsión. Pero en un vehículo con motorización turbo estos gases de escape recirculan a través del turbo haciendo girar esa turbina que en su movimiento genera una cantidad de aire adicional con una velocidad y una presión mucho mayor y que es llevado al sistema colector de admisión en el motor. Así se enriquece la mezcla de aire que llega hasta la cámara de combustión y se obtiene un mayor rendimiento en la entrega de potencia y par motor.

El sistema de turbo compensa la pérdida que tiene un motor convencional en el ingreso de aire a la cámara por el rozamiento de conductores y colectores en el motor con la generación de ese mayor volumen de aire que produce.

 El desarrollo de sistemas turbo en los motores ha permitido que los fabricantes automotrices puedan presentar al mercado alternativas de vehículos con motores de bajo cubicaje y menor peso,  pero con desarrollos de potencia que en motores convencionales solo podrían ser posibles con bloques de 2 litros en adelante.

Menos combustible y menos emisiones

Los motores que tienen un sistema de turbo son máquinas que generan un menor consumo de combustible. Al comparar estos motores y la potencia que generan con los aquellos motores atmosféricos convencionales de mayor cilindrada e igual potencia se encuentra que el motor turbo puede propiciar un ahorro aproximado de un 15% a 20% en consumo de combustible.

Y ese menor consumo de combustible es también una ventaja al entregar menos emisiones al medio ambiente. De manera adicional se debe revolucionar menos para lograr la potencia y el torque adecuado, otro factor que genera un menor consumo de combustible y por lo tanto menores emisiones.

Mantenimiento básico

El buen estado y la vida útil del turbo del vehículo dependen del cuidado al que se someta.

Y uno de los principales factores para su buena conservación en el tiempo es la lubricación. Por eso la primera recomendación es seguir la recomendación del fabricante en cuanto al tipo de aceite que debe usarse en el carro a fin de propiciar las condiciones óptimas para lubricar el sistema.

Ya en materia de manejo es importante no realizar maniobras de aceleración brusca en frío, cuando el motor no ha alcanzado la temperatura ideal para que todo el sistema se encuentre bien lubricado.

Tampoco es aconsejable hacer subir las revoluciones de manera exagerada con el motor en posición de ralentí.

Y una ultima, use gasolina Extra si el vehículo la requiere. No usarlo significaría graves daños al motor en el mediano plazo.

Líquido de frenos, ojo con el momento del cambio.

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Los lectores aficionados y entusiastas de las competencias automovilísticas sabrán que una de las maniobras más importantes durante una carrera es la frenada, saber frenar en el momento justo para tener el control y la habilidad de tomar curvas y salir pisando bien de ellas y poder tener la tracción suficiente para ganar velocidad es una habilidad fundamental por parte de los pilotos.

Pues así como en las carreras frenar es tan importante como acelerar de manera adecuada, en el mundo cotidiano de la conducción contar con un buen sistema de frenos es fundamental para la seguridad propia y de los otros actores en la vía. Y un elemento de ese sistema de frenos que siempre debe estar en óptimas condiciones es el líquido de frenos. Este fluido es el encargado de transmitir la energía a través de todo el sistema de frenos del automotor cuando el conductor pisa el pedal para iniciar la detención.

Su característica es que es un fluido hidráulico y no es compresible, no puede comprimirse porque se encuentra en un contenedor sellado sin aire y cuando se aplica una fuerza en uno de los extremos este líquido se desplaza hacia el otro extremo transmitiendo el movimiento a lo largo de todo el sistema para finalmente ejercer presión sobre las pastillas de frenos o la banda y lograr que el carro pueda detenerse.

A lo largo de la historia del desarrollo de la industria automotriz el líquido de frenos también evidencia una evolución. Esta evolución se refleja en los estándares definidos bajo parámetros DOT, sigla del Departamento de Transportes de Estados Unidos. Bajo esta premisa los estándares que hoy se encuentran vigentes en Colombia son las DOT4, DOT 4 SL.6 y DOT 4 TYP200, que cubren la mayor parte del parque automotor rodante del país.

Estos estándares DOT (Department Of Transportation) clasifican los líquidos tomando en cuenta su punto de ebullición sometido, como está, a las altas temperaturas fruto del proceso de frenada.  Actualmente los estándares DOT parten en DOT 3 y van hasta DOT 5. El punto de ebullición en un líquido DOT 3 está calculado en 205 grados centígrados, y en el DOT 5 este punto de ebullición se encuentra en los 260 grados centígrados

Mientras más alto es el estándar DOT el punto de ebullición del líquido de frenos es mayor y por tanto su capacidad de frenado es más alto al soportar mayores temperaturas durante el procedimiento de detención del vehículo.

Pero el líquido de frenos también tiene una característica que es su punto vulnerable,  se trata de un fluido higroscópico, absorbe humedad del ambiente con el propósito de evitar que dicha humedad forme gotas de agua que puedan corroer los ductos del sistema,  y en la medida que el tiempo y los kilómetros pasan esa humedad lo degrada hasta hacer que su propiedad para transmitir la fuerza de la frenada desde el pedal hasta las pastillas o bandas disminuya y sea poco eficiente,  generando burbujas cuando llega a su punto de ebullición.

Por eso es importante prestar atención a señales como incremento en la distancia de frenado, cambio de color en el líquido, mayor recorrido del pedal de freno cuando se acciona, reducción en los niveles del depósito (puede ser por fugaz). Los expertos recomiendan cambian este fluido a los 20 mil kilómetros de recorrido aproximadamente; para ello existen probadores elctronicos especializados que determinan su calidad. Pero también si el auto transita en zonas con un alto nivel de humedad, es posible que deba hacerse ese cambio un poco antes de este lapso recomendado.

Siguen las lluvias, conduzca de manera segura:

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De acuerdo con el Ideam, las lluvias en Colombia en su primera temporada harán presencia por unas semanas más, con todos los efectos y necesidad de prevención que deben tomar los conductores cuando transitan en las vías del país y se encuentran  con condiciones climáticas adversas.

Estas son algunas recomendaciones  para rodar bajo la lluvia con  condiciones de seguridad para los ocupantes del vehículo y quienes interactúan con el en la vía.

  • Revisar el desgaste de las llantas. Para que la adherencia del vehículo en el pavimento mojado sea la óptima, las llantas deben estar en correctas condiciones. El chequeo de alineación y balanceo aumenta la vida útil de las llantas y mejora la maniobrabilidad del vehículo, especialmente en piso mojado. Además, es de suma importancia verificar que la presión de las llantas sea la recomendada por el fabricante del vehículo, este dato se encuentra en la puerta del conductor, en la tapa de la gasolina o en el manual del usuario del vehículo.
  • Utilizar las llantas correctas y rotarlas. Verifique que la medida de la llanta sea la correcta para su vehículo y que el diseño sea apto para su día a día. Siempre consulte al asesor técnico sobre cuál llanta es la más indicada para el vehículo y su operación. Adicionalmente, se recomienda realizar una adecuada rotación de llantas cada 10,000 km de recorrido para evitar un desgaste irregular. No olvide también revisar la llanta de repuesto, para que cuando sea necesario su uso, se encuentre en buen estado.
  • Aumentar la distancia de seguridad con el resto de los vehículos. Sobre una carretera mojada, el vehículo necesita más distancia para detenerse sin peligro. La distancia a respetar en condiciones normales (sin lluvia) es de 10 metros de espacio con respecto al vehículo que va adelante. Cuando llueve, lo aconsejable, es doblar esta distancia.
  • Reducir la velocidad. La lluvia empeora notablemente la visibilidad y las condiciones de la vía, por lo que se hace imprescindible que el conductor disminuya su velocidad.
  • Evitar frenar repentinamente. Con la lluvia las carreteras se vuelven resbalosas, los conductores deben evitar frenar repentinamente, lo más seguro es reducir la velocidad de forma paulatina hasta que el vehículo se detenga en su totalidad.
  • Reaccionar con seguridad ante el efecto hidroplaneo. El conocido hidroplaneo se produce al atravesar un charco. La llanta puede no ser capaz de evacuarla, perdiendo su contacto con la carretera con la consecuente pérdida de control del conductor sobre el vehículo. Reducir la velocidad, nunca frenar y sujetar con firmeza el volante son las claves para superar este efecto.
  • Verificar llevar el kit de herramientas.  Prepare el viaje antes de salir de casa y asegúrese de llevar las herramientas necesarias: la llanta de repuesto en perfecto estado, gato hidráulico, las llaves respectivas, triángulos de seguridad, chaleco reflectante, linterna e impermeable.

Pintura automotriz y sus tipos de aplicación.

No es solo apariencia o estética. Es también protección. La pintura automotriz ha evolucionado a lo largo de la historia de esta industria, desde el simple barniz que se utilizaba en carruajes primero y luego en los primeros autos, hasta los más elaborados componentes actuales que permiten una gran cantidad de opciones y posibilidades para darle una muy buena apariencia a los vehículos.

Al hablar del tipo de pintura en los vehículos básicamente esta se clasifica de acuerdo con el proceso de aplicación que se haya utilizado Y también dependiendo de ese mismo proceso la pintura o recubrimiento del vehículo puede tener un tratamiento especial que le da al carro una apariencia mucho más elaborada.

El proceso de aplicación de la pintura se divide en tres tipos.

Pintura monocapa: es el procedimiento más simple y también el más económico, aunque actualmente es usado básicamente para la pintura de vehículos de trabajo y poco menos en los vehículos de pasajeros.

En este sistema la pintura monocapa se mezcla con el catalizador y se diluye. Así, en un mismo proceso es posible aplicar tanto el color como la protección a la pintura y no es necesaria la aplicación de barniz para darle brillo a la pintura, de ahí lo económico del procedimiento.

Sin embargo tiene inconvenientes, como una menor resistencia química, una limitada paleta de colores y la imposibilidad de poder aplicar efectos especiales que le den mayor realce a la estética del vehículo.

Pintura bicapa: este método de aplicación de la pintura automotriz es el más popular en los vehículos de pasajeros y se utiliza para casi todos los segmentos por su versatilidad.

En este proceso la aplicación de la pintura se hace en dos capas. La primera de ellas es llamada la base color, y es la que proporciona el color y los efectos especiales que se pueden desarrollar con este sistema para darle más relevancia y destacar más el vehículo.

La segunda capa es el barniz o laca y que cumple con la tarea de dar protección y brillo al color. Con el proceso de aplicación bicapa se puede dar a la pintura un acabado bien sea de color sólido o también aplicar efectos de pintura metalizada o perlada.

Pintura tricapa: para este sistema de aplicación los técnicos de pintura de las firmas automotrices trabajan con tres capas para darle al automotor el acabado  y la paleta cromática seleccionada como parte de su estrategia de posicionamiento y venta en el mercado global de vehículos.

La primera es una capa del color base elegido. La segunda capa de aplicación es color translucido que permite el paso de luz para crear un efecto visual En esta capa se incorporan los elementos que le pueden dar a la pintura una apariencia metálica con la adición de micropartículas de un metal como aluminio, por ejemplo, y que le dan un efecto de brillo y profundidad a la lámina del automotor. O el efecto de pintura nacarada que se caracteriza  por los diferentes visos que pueden verse en la lámina dependiendo del ángulo del observador y como se refleja desde ese ángulo la luz que pega sobre la superficie del automotor. Y la tercera capa esta compuesta por el barniz o laca para darle el brillo y la protección necesaria.

Es importante que al momento de realizar una intervención preventiva o correctiva sobre la pintura de su vehículo acuda un sitio especializado en el que puedan determinar el tipo de proceso de aplicación y acabado, con el objetivo de poder adelantar los trabajos de intervención con la técnica y los elementos y herramientas adecuadas y no generar afectaciones que deterioren este recubrimiento.

La revisión técnico mecánica, una obligación que preserva la seguridad vial.

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Desde el año 2009 los vehículos automotores que transitan en territorio colombiano deben presentar de manera periódica el certificado de revisión técnico mecánica y de gases. No es algo nuevo ni complejo para los propietarios de los automóviles. Sin embargo es un procedimiento que desafortunadamente es evadido por un alto número de dueños de vehículos particulares y públicos. Poco más del 50 por ciento de los vehículos que deben contar con este certificado no lo tienen y ruedan sin conocer la realidad del estado de sus vehículos.

Al momento de pensar en la compra y venta de un carro usado uno de los requisitos fundamentales para que la negociación llegue a buen término es que el vehículo tenga un certificado de revisión técnico mecánica y de emisión de gases vigente y expedido por un ente válido. Por eso,  una de las recomendaciones en este tipo de negocios es verificar en el Registro Único Nacional de Tránsito (Runt),  que el documento si tenga la validez respectiva y no se trate de un fraude solo con el propósito de esconder la omisión para poder así ofrecer el carro en el mercado usado.

Cabe recordar que la revisión técnico mecánica es una obligación de los propietarios de vehículos que se encuentra sustentada en la Ley 769 de 2009,  y su objetivo está orientado a garantizar las condiciones mínimas de seguridad físicas y mecánicas de los vehículos que transitan de manera cotidiana en el país,  tanto autos como motocicletas. También es un procedimiento importante como mecanismo para buscar la reducción de la accidentalidad, especialmente la que es ocasionada por eventuales fallas mecánicas en los vehículos.  Y un tercer objetivo busca reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera por parte de las fuentes móviles.

La revisión técnico mecánica y de gases que debe realizarse por personal capacitado e idóneo en los centros de diagnóstico autorizados (CDA) contempla una serie de procedimientos, análisis y observaciones del estado físico y el funcionamiento de diferentes sistemas del vehículo. En la revisión los técnicos encargados del centro de diagnóstico evalúan:

  • Carrocería.
  • Estado de frenos.
  • Dirección.
  • Suspensión.
  • Sistema de señales visuales y audibles.
  • Conjunto de vidrios de seguridad.
  • Nivel de emisión de gases en ralentí y en velocidad crucero (pruebas estáticas no se hace en prueba de ruta).

¿Cada cuánto debe hacerse la revisión?

Para los vehículos particulares la primera revisión técnico mecánica y de gases debe hacerse 6 años después de la fecha de matrícula inicial (que puede ser en un año diferente al año modelo) Y luego cada año.

Si se trata de un vehículo para transporte público esta primera revisión se hace dos años después de la fecha de matrícula inicial y luego cada año.

Por su parte las motos deben someterse a la primera inspección a los dos años de su matrícula y luego cada año

Si bien aquí, en Autotest, realizamos inspecciones técnicas y de alto nivel profesional a los vehículos para un proceso de compra y venta, estas no se pueden asimilar a la revisión técnica mecánica y de gases.  Somos un complemento para hacer más transparente e informada su decisión de negocio

Para adelantar la RTM de acuerdo con la obligación legal puede consultar el listado de centros autorizados en el Runt y acudir a uno de ellos para que así tenga la certeza que el proceso y el documento expedido cumple con las determinaciones legales y pueda rodar tranquilo.