Tracción: la ciencia de hacer mover el carro.

Cada día, al encender su vehículo se desarrolla un proceso en el que intervienen un gran número de piezas y partes, mecánicas, eléctricas y electrónicas que tienen como única finalidad darle movimiento al vehículo para permitir el desplazamiento.

Todos esos procesos que se desatan con el giro de la llave o al oprimir el botón de encendido buscan que desde el motor se inicie el movimiento que finalmente se transmitirá a las ruedas para que el carro comience su marcha. Desde allí comienza lo que conocemos como tracción. En pocas palabras, la tracción se refiere a la transferencia de energía desde el motor de un automóvil hacia las ruedas que lo impulsan.

La función principal de la tracción es permitir que el vehículo se mueva y se desplace de manera eficiente. Cuando el motor genera potencia, esta se transmite a través del sistema de transmisión hacia las ruedas. La tracción es responsable de convertir esa potencia en movimiento, permitiendo que el vehículo avance.

La tracción juega un papel fundamental en el desempeño de un vehículo, ya que influye en su capacidad para acelerar, mantener la estabilidad en curvas y sortear obstáculos. Cuando el carro tiene una buena tracción mejora la capacidad de frenado y evita que las ruedas patinen en superficies resbaladizas como la lluvia o el hielo.

Existen diferentes tipos de tracción en los vehículos, siendo los más comunes:

1.            Tracción delantera (FWD): En este sistema, la potencia del motor se transmite a las ruedas delanteras. Es el tipo de tracción más común en los automóviles de pasajeros debido a su eficiencia y costo de producción. La tracción delantera proporciona una buena economía de combustible y un manejo estable en condiciones normales de conducción.

2.            Tracción trasera (RWD): En este caso, la potencia se transmite a las ruedas traseras. Históricamente, la tracción trasera ha sido la más utilizada en vehículos deportivos y de alta gama. Proporciona una mejor distribución del peso y un mejor manejo en condiciones de alta potencia o sobre terrenos difíciles.

3.            Tracción en las cuatro ruedas (AWD/4WD): Este tipo de tracción envía la potencia del motor a todas las ruedas del vehículo de manera continua o según sea necesario. Proporciona una mejor tracción en terrenos difíciles, condiciones climáticas adversas y superficies resbaladizas. Algunos sistemas AWD/4WD permiten al conductor seleccionar diferentes modos de tracción según las condiciones de conducción.

Independientemente del tipo de tracción que tenga tu vehículo, es importante realizar un mantenimiento preventivo adecuado de varios elementos y sistemas para garantizar su óptimo funcionamiento.

1.            Cambio regular del aceite de la transmisión: El aceite de la transmisión es esencial para lubricar y proteger los componentes del sistema de transmisión. Sigue las recomendaciones del fabricante sobre el intervalo de cambio de aceite.

2.            Revisión de los componentes de tracción: Verifica periódicamente el estado de los ejes de transmisión, las juntas homocinéticas y los diferenciales. Si detectas algún ruido, vibración o desgaste inusual, acude a un taller especializado para su revisión.

3.            Mantenimiento de los neumáticos: Los neumáticos desgastados o en mal estado pueden afectar negativamente la tracción. Es necesario mantener una presión de aire adecuada y realiza rotaciones periódicas de los neumáticos para asegurar un buen apoyo sobre el pavimento o la superficie sobre la que esté rodando el vehículo.